Economía
El pueblo Wayú está dedicado
especialmente al pastoreo la que se hizo muy importante durante los siglos XVI
y XVII, motivando a partir de la segunda centuria la expansión y sometimiento
de pueblos vecinos que también vivían en la península. Los bovinos se
consideran el mayor valor, pero su crianza es limitada por las condiciones ambientales.
Cada clan tiene una marca de hierro, ya que el ganado es marcado con el símbolo
clanil.
Las cabras (kaa'ulaa) o chivos, registran el mayor número de
cabezas y son cuidados en rebaños de 100 a 150 animales y a veces de muchos
más. Anteriormente se criaban muchos caballos, asnos y mulas,
pero en los últimos años las epidemias han diezmado estas especies.
Entre los wayús, el ganado
es la principal riqueza y además el principal motivo de prestigio y ganancia.
Aunque se comercia con él, se intercambia de modo no comercial: para sellar una
alianza matrimonial, como derecho sobre una descendencia o para compensar daños
o delitos, solucionar conflictos y establecer la paz. Además, el pastor asocia
su ganado a los rituales que marcan su ciclo vital. Donde es posible, tiene una
pequeña huerta llamada apain, donde siembran maíz, fríjol, yuca, pepino, ahuyama, melón y sandía,
sin que puedan rotar ni variar de cultivos, debido al clima.
La economía es mixta pues se
requiere también de otro tipo de actividades económicas como la pesca, el
comercio (incluido el "bachaqueo" o contrabando entre Venezuela y
Colombia de gasolina, whisky y artículos de primera necesidad), la producción
textil tradicional, la cerámica y el trabajo asalariado en haciendas, en
las minas de carbón de El Cerrejón ( en manos de la Exxon y
la Glencor) y El Guasare, en las explotaciones de talco y dividivi y
también cuenta con la Cooperativa Ayatawacoop bajo control indígena,
la comercialización de combustibles y derivados del petróleo donde son
aproximadamente 1.200 asociados a la cooperativa y el 80% son indígenas o en el
sector de servicios.
La explotación de la sal marina
en Manaure era realizada desde antes de la llegada de los europeos.
Primero la Corona española y luego el estado colombiano explotaron las salinas
y varios wayú se hicieron asalariados, aunque otros mantuvieron explotaciones
artesanales. En 2005, después de una larga lucha, transitoriamente la
explotación de la sal estuvo de nuevo en manos de los indígenas, pero una
sentencia los ha despojado nuevamente.
Cultura
Existen por lo menos 30
clanes, entre los cuales están los Ulewana, Epieyú, Uriana, Ipuana, Pushaina,
Epinayú, Jasayú, Arpushana, Jarariyú, Wouriyú, Urariyú, Sapuana, Jinnu, Sijona,
Pausayú, Uchayar'u, Uriyú, Warpushana, Worworiyú, Pipishana y Toctouyú. El
mayor porcentaje de población se encuentra en los clanes Epieyú, Uriana e
Ipuana.
El hombre puede tener varias
mujeres. Antes del matrimonio el novio debe llegar a un acuerdo con los padres
de la novia en una reunión denominada ápajá y entregar a ellos la
cantidad de ganado y joyas que acuerden. La mujer permanece en el hogar y es
símbolo de respeto y unidad. Habitan en rancherías (piichipala o miichipala),
pequeñas comunidades distantes unas de otras, conformadas por agrupaciones de parientes
cercanas al clan. El pastoreo es la actividad más importante. El número de
cabras, reses, caballos y mulas son el símbolo de riqueza y poderío. El tejido
es una labor que combinan con las demás actividades cotidianas, en los ratos
libres, en las visitas y cuando van de viaje.
Un personaje de gran
importancia en cada comunidad es el piachi', quien ha adquirido poder
espiritual mediante su experiencia visionaria y las virtudes otorgadas durante
sueños o trances que se interpretan como la incorporación de un espíritu
protector Seyuu, por lo que es llamado para curar. Los espíritus se
comunican con los humanos vivos en los sueños. Maleiea es el creador; Pulowi mujer
primigenia; Juyá la lluvia;Shanceta, Acaracuy y Kéerraria espíritus
de lugares especiales; Yoruja los espíritus errantes de muertos. El
wayú cree que tras la muerte va a Jepirá, el Cabo de la Vela,
lugar de felicidad donde se descansa hasta que tras el segundo velorio, cuando
los restos son exhumados para llevarlos un sitio definitivo, el espíritu del
muerto toma el camino hacia la eternidad.
Los conocimientos retenidos
en la memoria han pasado de una generación a otra para plasmarse con manos wayú
en un sinnúmero de objetos tejidos de singular belleza y funcionalidad,
elaborados en diversidad de técnicas, formas y colores. Anteriormente los wayú
se valían de materiales naturales de su medio ambiente para elaborar y tinturar
los hilos de sus tejidos; esta antigua transformación ha sido reemplazada por
las materias primas procesadas industrialmente, en especial finos hilos de
algodón mercerizado, hilazas y fibras acrílicas en vistosos colores.
Las diferentes actividades
cotidianas, las festividades y los rituales implican ampliamente el uso de la
música tradicional. Las labores de pastoreo se acompañan con música producida
por flautas o canutillas, los pitos hechos de elementos del medio como el limón
seco se usan en actividades de ganadería. La danza autóctona yocna o yonna (conocida
como chicha maya), se usa en las celebraciones relacionadas con el desarrollo
de la mujer e implica pasos en donde ella avanza desafiando al hombre, que retrocede
tratando de no caer.
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