miércoles, 9 de marzo de 2016

Economía 

El pueblo Wayú está dedicado especialmente al pastoreo la que se hizo muy importante durante los siglos XVI y XVII, motivando a partir de la segunda centuria la expansión y sometimiento de pueblos vecinos que también vivían en la península. Los bovinos se consideran el mayor valor, pero su crianza es limitada por las condiciones ambientales. Cada clan tiene una marca de hierro, ya que el ganado es marcado con el símbolo clanil. 

Las cabras (kaa'ulaa) o chivos, registran el mayor número de cabezas y son cuidados en rebaños de 100 a 150 animales y a veces de muchos más. Anteriormente se criaban muchos caballos, asnos y mulas, pero en los últimos años las epidemias han diezmado estas especies.

Entre los wayús, el ganado es la principal riqueza y además el principal motivo de prestigio y ganancia. Aunque se comercia con él, se intercambia de modo no comercial: para sellar una alianza matrimonial, como derecho sobre una descendencia o para compensar daños o delitos, solucionar conflictos y establecer la paz. Además, el pastor asocia su ganado a los rituales que marcan su ciclo vital. Donde es posible, tiene una pequeña huerta llamada apain, donde siembran maíz, fríjol, yuca, pepino, ahuyama, melón y sandía, sin que puedan rotar ni variar de cultivos, debido al clima.

La economía es mixta pues se requiere también de otro tipo de actividades económicas como la pesca, el comercio (incluido el "bachaqueo" o contrabando entre Venezuela y Colombia de gasolina, whisky y artículos de primera necesidad), la producción textil tradicional, la cerámica y el trabajo asalariado en haciendas, en las minas de carbón de El Cerrejón ( en manos de la Exxon y la Glencor) y El Guasare, en las explotaciones de talco y dividivi y también cuenta con la Cooperativa Ayatawacoop bajo control indígena, la comercialización de combustibles y derivados del petróleo donde son aproximadamente 1.200 asociados a la cooperativa y el 80% son indígenas o en el sector de servicios.

La explotación de la sal marina en Manaure era realizada desde antes de la llegada de los europeos. Primero la Corona española y luego el estado colombiano explotaron las salinas y varios wayú se hicieron asalariados, aunque otros mantuvieron explotaciones artesanales. En 2005, después de una larga lucha, transitoriamente la explotación de la sal estuvo de nuevo en manos de los indígenas, pero una sentencia los ha despojado nuevamente.



Cultura

Existen por lo menos 30 clanes, entre los cuales están los Ulewana, Epieyú, Uriana, Ipuana, Pushaina, Epinayú, Jasayú, Arpushana, Jarariyú, Wouriyú, Urariyú, Sapuana, Jinnu, Sijona, Pausayú, Uchayar'u, Uriyú, Warpushana, Worworiyú, Pipishana y Toctouyú. El mayor porcentaje de población se encuentra en los clanes Epieyú, Uriana e Ipuana.

El hombre puede tener varias mujeres. Antes del matrimonio el novio debe llegar a un acuerdo con los padres de la novia en una reunión denominada ápajá y entregar a ellos la cantidad de ganado y joyas que acuerden. La mujer permanece en el hogar y es símbolo de respeto y unidad. Habitan en rancherías (piichipala o miichipala), pequeñas comunidades distantes unas de otras, conformadas por agrupaciones de parientes cercanas al clan. El pastoreo es la actividad más importante. El número de cabras, reses, caballos y mulas son el símbolo de riqueza y poderío. El tejido es una labor que combinan con las demás actividades cotidianas, en los ratos libres, en las visitas y cuando van de viaje.

Un personaje de gran importancia en cada comunidad es el piachi', quien ha adquirido poder espiritual mediante su experiencia visionaria y las virtudes otorgadas durante sueños o trances que se interpretan como la incorporación de un espíritu protector Seyuu, por lo que es llamado para curar. Los espíritus se comunican con los humanos vivos en los sueños. Maleiea es el creador; Pulowi mujer primigenia; Juyá la lluvia;Shanceta, Acaracuy y Kéerraria espíritus de lugares especiales; Yoruja los espíritus errantes de muertos. El wayú cree que tras la muerte va a Jepirá, el Cabo de la Vela, lugar de felicidad donde se descansa hasta que tras el segundo velorio, cuando los restos son exhumados para llevarlos un sitio definitivo, el espíritu del muerto toma el camino hacia la eternidad.

Los conocimientos retenidos en la memoria han pasado de una generación a otra para plasmarse con manos wayú en un sinnúmero de objetos tejidos de singular belleza y funcionalidad, elaborados en diversidad de técnicas, formas y colores. Anteriormente los wayú se valían de materiales naturales de su medio ambiente para elaborar y tinturar los hilos de sus tejidos; esta antigua transformación ha sido reemplazada por las materias primas procesadas industrialmente, en especial finos hilos de algodón mercerizado, hilazas y fibras acrílicas en vistosos colores.

Las diferentes actividades cotidianas, las festividades y los rituales implican ampliamente el uso de la música tradicional. Las labores de pastoreo se acompañan con música producida por flautas o canutillas, los pitos hechos de elementos del medio como el limón seco se usan en actividades de ganadería. La danza autóctona yocna o yonna (conocida como chicha maya), se usa en las celebraciones relacionadas con el desarrollo de la mujer e implica pasos en donde ella avanza desafiando al hombre, que retrocede tratando de no caer.


No hay comentarios:

Publicar un comentario